Era joven,
cuando quiso
aventurarse;
quería vivir mundo,
quería ver belleza…
sentir el arte;
tan solo llevaba en sus
bolsillos,
una carta,
y unos cuantos dolares;
su timón era la
ilusión,
capaz de cruzar tantos
mares.
Gritaba al viento,
desafiaba a la tormenta;
sentía el frío y el
hambre,
en aquellas ocasiones,
en que la marea le
desorienta;
vivía su sueño,
mientras contaba sus
primaveras;
pero el precio era tan
alto,
que tan solo la soledad,
era su única compañera.
Entonces,
escuchó ese canto de
sirena;
sabía que se iba
acercando,
lentamente a tierra;
el faro es quién le
alumbraba,
junto a esa luna llena.
Por capricho del
destino,
nunca llegó a la meta;
se hundió al ultimo
momento,
el mar hizo que
desapareciera;
pobre marinero,
que relataba sus sueños,
y se trasformaron en
quimeras;
pagó tan caro su viaje,
que fue de ida,
pero jamás de vuelta.
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